A pesar de la distancia con que nacieron, un particular detalle demostraría que el príncipe Harry y Meghan Markle están ligados por más que su vínculo afectivo. Una investigación realizada por The Mail on Sunday, reveló que los duques de Sussex tienen un ancestro en común, por lo que en realidad serían primos lejanos.
De acuerdo con el árbol genealógico, ambos son parientes de un ancestro de la Reina Madre que vivió en el siglo XV. La conexión con la Familia Real viene por parte de la abuela paterna de la actriz, Doris Markle, quien trabajaba en una tienda de ventas económicas. Una realidad muy distinta a la que llevan los miembros de la realeza.
A pesar de aquello, los orígenes de su familia eran mucho más auspiciosos y se remontan a la época de Ralph Bowes, el ancestro de Meghan Markle que vivió 15 generaciones atrás. Bowes era un alto alguacil del condado de Durham, cuya familia residía en el Castillo de Streatlam con sus extensas propiedades.
Su nieta, Bridget Bowes, se casó con John Hussey, de Dorking, Surrey, y su nieto, Christopher Hussey, se asentó en Estados Unidos en 1632, en donde ayudó a poblar la zona de Nantucket, Massachusetts. Esta última es justamente la descendencia de la que forma parte la actual duquesa de Sussex.
Varios siglos después, la propiedad y el castillo llegaron a manos del parlamentario Sir George Bowes, cuya segunda esposa dio a luz a Mary Bowes. En 1767, la joven se casó con John Lyon, el noveno conde de Strathmore y Kinghorne. John Lyon adoptó el apellido Bowes para heredar el Castillo de Streatlam y el resto de propiedades, y comenzó una dinastía que cinco generaciones más tarde terminaría con el matrimonio de Elizabeth Bowes-Lyon y el duque de York, quien más tarde se convirtió en el rey Jorge VI.
Si bien el Castillo de Streatlam continuó con la familia mediante una línea de sucesión de herederos masculinos, la familia del país norteamericano continuó haciendo su propia historia hasta que Thomas Markle recibió a Meghan Markle junto a su esposa Doria Ragland.