La princesa Diana rompió con el reglamento real para darles a sus hijos, el príncipe William y el príncipe Harry, la infancia que ella deseaba que tuvieran. La primera esposa de Carlos murió en un trágico accidente en 1997, cuando los príncipes eran solo unos niños.
La princesa de Gales les dejó a sus hijos sus posesiones más preciadas, incluido su reloj favorito, su vestido de novia y el famoso anillo de compromiso que hoy usa Kate Middleton. Tras el fallecimiento, Diana dejó su fortuna y posesiones a los dos hermanos. Como los príncipes eran adolescentes en ese momento, el dinero se mantuvo seguro hasta que fueron mayores de edad.
Diana les dejó 12.966.022 de libras esterlinas, que se redujeron a 8.502.330 libras esterlinas después de los derechos de sucesión. La cifra equivale aproximadamente a 10 millones de dólares.
Gracias a los años de acertadas inversiones hechas por los asesores reales, cuando William y Harry accedieron a la herencia, el monto superaba los 20 millones de libras. La mayor parte de ese monto vino del acuerdo de divorcio de Lady Di con el Príncipe Carlos.
El pozo se repartió a partes iguales entre William y Harry. Los príncipes obtuvieron parte del dinero cuando cumplieron 25 años y debieron esperar hasta los 30 para percibir la suma total.
Si bien el efectivo es importante, los artículos personales de Diana son los más preciados por sus hijos. El más famoso fue el vestido de novia, que los chicos heredaron cuando el príncipe Harry cumplió 30 años.
Los niños fueron llevados a elegir sus "recuerdos" entre las pertenencias de su madre en el Palacio de Kensington. William escogió el reloj Cartier, mientras que Harry optó por el anillo de compromiso con zafiros y diamantes.
Cuando William decidió que era hora de hacerle la propuesta matrimonial a Kate Middleton, Harry hizo el generoso sacrificio y le entregó la sortija a su hermano mayor para que pudiera dárselo a su futura esposa.