Con un semblante neutro y muy concentrada en su papel se le vio este miércoles a la princesa Charlene (45), en una ceremonia de tono menor que tuvo en Montecarlo, pero que significó su retorno a la vida pública junto a su esposo, el príncipe Alberto de Mónaco (64).
En un evento absolutamente local realizado al interior de un edificio institucional, Alberto y Charlene llegaron juntos, como hacía tiempo no se les veía, aunque sin demostraciones efusivas. La princesa no había acompañado a su esposo desde hacía varios días a las actividades oficiales, aun cuando las últimas dos no fueron en Mónaco sino que en Francia e Italia.
Muy cordiales y formales con los anfitriones, la pareja se instaló prestamente a esperar el inicio de una ceremonia que no les tocaba presidir y a la que fueron los invitados especiales, ya que se trataba de la apertura de una nueva guardería infantil del ayuntamiento monegasco.
Luego de los discursos de rigor, Charlene se separó del grupo de autoridades oficiales, para acercarse a conversar y departir con algunos niños pequeños que estaban en recinto inaugurado oficialmente.
La princesa lució un elegante abrigo largo marrón claro que cubría unos pantalones oscuros ajustados y una blusa al tono que protegía su cuello de las bajas temperaturas.
Los príncipes de Mónaco destacaron en sus diálogos con los funcionarios del Principado el diseño de la guardería que combina con eficiencia espacio, comodidad y tecnología, así como un mobiliario de calidad adaptado a las diferentes edades de los niños.
La princesa Charlene lamentó que los mellizos Jacques y Gabrielle no hayan podido asistir, pero ambos se encontraban en sus obligaciones estudiantiles.
Al recibir el agradecimiento a nombre del Gobierno de la corona monegasca, el príncipe Alberto resaltó la responsabilidad ecológica del personal y la sustentabilidad del edificio perteneciente al ayuntamiento.