El cuidadoso protocolo de la realeza británica tiene sus límites. Aunque muchas veces debe preocuparse hasta del último detalle, no puede involucrarse en ciertas prendas que solo los reales pueden revisar. Es el caso de lo sucedido con el rey Carlos III (74) en su visita a la mezquita de Brick Lane.
El monarca británico junto a su esposa, Camila Parker-Bowles (75), la reina consorte, pasearon por el barrio del este de Londres, donde se reunieron con decenas de vecinos que se acercaron a saludar a los reyes, quienes además aprovecharon de hacer una visita oficial a la mezquita de Brick Lane, alguna vez recinto de los protestantes y hoy transformada en una sinagoga.
Como dicta el protocolo, para recorrer la mezquita la autoridad debió sacarse los zapatos en señal de respeto. Así lo hizo el rey. Fue en ese momento que quienes acompañaban a la delegación real se percataron que el calcetín derecho del monarca tenía un agujero en su parte superior.
El rey Carlos III no tuvo más remedio que afrontar el vergonzoso momento como si nada hubiera pasado, caminando junto a la comitiva de religiosos y de las autoridades oficiales, en un recorrido que se caracterizó por el relajo y la relación armónica de sus participantes.
La pareja real asistió a Brick Lane donde estuvo en contacto con la comunidad de Bangladesh que se estableció en el barrio, en una de las calles más emblemáticas de Londres. La recepción de la comunidad fue especialmente afectuosa con Carlos III y la reina consorte.
El área es conocida por su comida y la famosa selección de restaurantes de curry, de hecho uno de los tramos de restaurantes bangladíes se denomina como Banglatown, por ser sede de muchos festivales callejeros anuales, como Boishakhi Mela, Brick Lane Festival y Curry Festival.
La recepción de la comunidad a los reyes