La princesa Ana, la única hija mujer de la reina Isabel II, estuvo este jueves donde siempre se ubicó silenciosamente: junto a su madre. En el lecho de muerte de la dignataria, Ana de Inglaterra (72) acompañó junto a su hermano, el príncipe Carlos, en sus últimos segundos de vida. Fue la fiel escudera, aunque nunca apareciera en la primera fila.
Nunca ocupando espacios de relevancia, alejada del poder inmediato, pero nunca abandonando a Su Majestad, la princesa Ana vio cómo los últimos días la vida de su madre se empezaba a apagar y se preocupó hasta del último detalle de que Isabel II no descuidara su frágil salud por rendir servicio a su país. Fue una de las principales voces que escuchó la reina cuando se convenció de que no debía viajar a Londres en el cambio del primer ministro inglés.
La única hija de la Reina Isabel II se ha transformado en la personalidad menos mediática y más discreta de la realeza británica. Gran parte de sus actividades oficiales son para tareas caritativas.
Ana de Inglaterra nació en Clarence House y su pasión por los caballos y las competencias ecuestres fue la herencia directa de su madre. A los 26 años participó en los Juegos Olímpicos de Montreal 72, donde formalizó su emparejamiento con el capitán Mark Phillips, quien sería su primer esposo y con quien tendría a Peter y Zara, sus dos hijos.
La Princesa Ana participa actualmente en organizaciones que colaboran a personas discapacitadas. Durante 47 años, de 1970 a 2017, fue presidenta de Save the Children, entidad que defiende los derechos de la infancia en países como China, Camboya, Botswana, Madagascar y Filipinas, Etiopía, entre otros.
Ella será muy seguramente la heredera de todas las actividades ligadas al mundo ecuestre que tenía la reina, entre otras, la revisión de las caballerizas reales y las presencias en los clásicos hípicos, infaltables e insustituibles en la agenda de la reina madre.