Hasta la localidad de Newport, Irlanda, concurrió Alberto II de Mónaco sin su esposa, la princesa Charlene, para inaugurar una escultura en honor a su madre, la tempranamente fallecida princesa Grace, quien murió en un accidente automovilístico a los 52 años.
Nuevamente, como ha sucedido en los últimos meses, el príncipe monegasco ha abandonado Montecarlo para representar al Principado sin la compañía de su esposa, abriendo nuevamente serias interrogantes sobre el verdadero estado de la relación de la ex deportista olímpica sudafricana y el soberano de Mónaco, quien hace un par de días cumplió 65 años.
Anteriormente, Alberto se había trasladado a Francia e Italia para hacerse presente en invitaciones de carácter institucional, sin embargo en las dos ocasiones viajó acompañado de un equipo de asesores, sin Charlene ni sus hijos, Jacques y Gabrielle.
Para esta ocasión, el príncipe Alberto destapó la escultura encargada especialmente al artista plástico del condado de Mayo Mark Rode, instalada en Castlebar Street, a la entrada del emblemático viaducto de Newport.
El origen de la escultura se remonta a que los antepasados de la princesa Grace procedían del pueblo de Drimurla, en las afueras de Newport.
El evento fue seguido por numeroso público que se apostó en el lugar para darle la bienvenida al visitante real. Luego de la inauguración, la comitiva real se dirigió al hotel Newport, para una recepción oficial que tuvo un ingreso restringido debido al protocolo de seguridad del palacio.
El príncipe Alberto estuvo muy involucrado en el proyecto artístico desde que le fue propuesto por las autoridades irlandesas y fue él mismo quien finalmente seleccionó la imagen final de la escultura de su madre, quien murió cuando el soberano tenía 24 años de edad.