Si conectarse a la pantalla es un necesario momento de entretención o la distracción de los problemas que tenemos a diario, indudablemente que satisfacer la necesidad básica de alimentarse es lo prioritario. Ergo, en la mayoría de los casos seleccionamos primeros qué comeremos y después qué veremos.

El sabor de los alimentos se produce a través de un impulso nervioso derivado del contacto de la papilas gustativas que tenemos en nuestra lengua y que una vez que llega al cerebro se convierte en una sensación. Hay cuatro sabores que la convención científica reconoce: salados, dulces, ácidos y amargos. Cada uno produce una percepción especial y muchas veces pueden ayudar a regular los estados de ánimo.

Por eso, ahora te ayudaremos a elegir qué tipo de programa te conviene elegir, dependiendo del sabor hayas elegido de tu comida (o lo que hayas encontrado).

Comidas saladas, emociones rápidas

Lo primero: el uso excesivo de la sal es perjudicial. Hecha la advertencia, la sal cumple una función esencial en nuestro organismo: nos da el equilibrio y controla la cantidad de agua que tenemos y en general los fluidos del cuerpo. Las comidas de sabor salado, en un alto porcentaje se consumen calientes o a temperatura ambiente y se presentan en mezclas líquidas, sólidas o semisólidas.

La sal tiene un factor potenciador del alimento y, al momento de hacer el cruce con lo que buscamos ver en la pantalla, es justamente el efecto compensatorio lo que deberíamos tratar de conseguir. La sensación que se produce al comer alimentos salados, por ejemplo, una bien condimentada pizza, una apetitosa hamburguesa de vacuno, de porcino o de pollo, una sopa instántanea que tanto sacan de apuro o unos salvadores snacks con picante, generan en un organismo normal una pronta sensación de saciedad. Comer en exceso bocados salados suele incluso llegar a producir hastío.

La recomendación, tratando de encontrar esa compensación, es que el consumo de alimentos salados se complemente con historias que tengan una resolución cronológica no muy extensa. En esa lógica, se acomodan las series de corta duración (30-45 minutos), cuyos capítulos contemplen historias lineales, que tengan la fórmula inicio-desarrollo-desenlace bien marcada para que no origine frustración y se alinee con la satisfacción alimentaria en proceso o consumada.

Buenas series de Netflix para acompañar un plato salado: La Directora, Atypical, Al borde, Yo nunca, Dash y Lily, Shadow Hunters, The Bold Type.

En AppleTV: Physical, Mr Corman, Dickinson, Ciclos.

Comidas ácidas, comedias impenitentes

Si es que tu elección de comida es algo con un sabor naturalmente agrio (y no porque sea un alimento en mal estado), lo más probable es que quieras acompañar tu rutina televisiva con ese sabor permanentemente en tu boca.

Algunos cítricos, como la naranja o el limón; otros productos derivados de la leche; el ácido tartárico que se desprende de la uva o el ácido málico de la manzana, reflejan una preferencia especial y un carácter particularmente intenso en quien los consume con cierta periodicidad. Ojo que lo ácido también está contenido en bebidas, como el agua gasificada, los refrescos de fantasía y las bebidas energéticas, incluso en algunas carnes altas en grasas.

La sensación, entonces, hay que compensarla con una buena dosis de dulzura y algo de ironía, que nos permita ir dosificando esa mueca permanente de falso dolor o congestión facial que nos genera ese tan particular sabor. En fin, series que hagan distendernos y relajar esa sensación de "boca apretada" que deja esa peculiar acidez bucal.

Netflix ofrece un par de soluciones perfectas: El Método Kominsky, Seinfeld, Modern Family, Muertos para Mí, Ten Percent, Workin' Moms, Doc Martin.

En AppleTV: Acapulco, Schmigadoon!, The Morning Show.

Comidas amargas, acción total

Una cosa es la comida con sabor amargo, y otra son las propiedades de los alimentos amargos, muy asociadas a la desintoxicación del cuerpo. La verdad, es muy poca la gente que opta por este sabor para consumir de manera frecuente o para instalarse a ver algo en televisión.

La sensación que deja en la boca un alimento amargo, o un brebaje como el café sin o con poca azúcar, generalmente propende a la distracción, a alguna incomodidad por tener un gusto en el paladar que nos hace estar tragando de forma permanente.

Nada mejor entonces que un estímulo visual que nos deje con la adrenalina a tope, que nos haga olvidar rápidamente la sensación de amargor y sequedad, y nos conduzca rápidamente a un estado psico-emocional a tope.

Netflix tiene una cartelera abundante: How to get away with Murder, The Sinner, Mindhunter, Karppi, Fargo, Arenas movedizas, Blacklist, El Marginal, Reckoning, Manhunt:Unabomber.

En AppleTV: Truth be told.

Comidas dulces, diversión intensa

Lo dulce es posiblemente el sabor de mayor aceptación. La razón es que se detecta en las papilas gustativas de la punta de la lengua (al igual que los salados), y entrega una inmediata sensación de placer.

Está comprobado que lo dulce combate el malhumor, el dolor sicológico, el cansancio físico y el estrés mental. Encontrarlo de manera natural (frutas y vegetales) o artificial (postres o brebajes) permite un consumo fácil.

Por lo general, está asociado a alimentos en condiciones de temperaturas natural o fría y en estado sólido o líquido. Está de más decirlo: su consumo en exceso puede generar graves patologías (al igual que lo salado), pero sería una tortura prohibirnos su ingestión, sobre todo si lo asociamos a una buena sesión de suspenso, aventura, terror o intriga, que más que hacernos pensar, nos haga disfrutar el momento, como cuando se nos derrite un exquisito trozo de chocolate en la boca o saboreamos un helado de algún exótico fruto o nos comemos un pastel de bizcocho embetunado e exquisita crema.

Algunas series ad hoc para un dulce momento en Netflix: Ozark, La Casa de Papel, Stranger Things, El Juego del Calamar, The Walking Dead, Hit & Run, Jessica Jones, Black Mirror, The Rain, La Maldición de Hill House, Capitani, Twin Peaks, Trapped.

AppleTV: Servant, Invasion

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