El 24 de agosto es una fecha que resuena en la cultura popular mexicana no solo por ser el día en que se honra a San Bartolo, uno de los doce seguidores de Jesús, sino también por una leyenda que advierte sobre la presencia del mal en este día.
Se dice que en esta fecha, el diablo se desata y provoca desgracias y accidentes entre la gente. Pero, ¿de dónde surge esta creencia?
La historia nos lleva a Bartolomé, también llamado Bartolo o Natanael en la fe católica. Se le reconoce por ser uno de los apóstoles más eruditos, especializado en leyes judías. Su conocimiento y riqueza, en particular su posesión del Valle de Chicama, una región floreciente, despertaron la envidia del diablo.
En un giro sorprendente, el maligno desafió a Bartolo a una carrera con las tierras como premio. Aunque el diablo llevaba la delantera, la fe inquebrantable de Bartolo le permitió superar un gran obstáculo, el río Chicama, y tomar la delantera. Al intentar replicar la hazaña de Bartolo, el diablo cayó al río y se ahogó.
Este revés para el diablo generó una promesa de venganza. Juró que regresaría cada 24 de agosto para saldar cuentas. Es por esta razón que muchos creen que, a partir de las 11:00 p.m. del 23 de agosto y durante todo el día siguiente, el diablo causa estragos.
Como precaución, la gente evita jugar con fuego, se abstiene de actividades riesgosas y algunos incluso optan por no salir de sus hogares.
Esta leyenda, arraigada en la tradición y la superstición, nos recuerda la eterna lucha entre el bien y el mal, y cómo la fe puede ser una poderosa herramienta contra las adversidades.