El hígado es uno de los órganos vitales de nuestro cuerpo, encargado de más de 500 funciones esenciales, como descomponer los alimentos y convertirlos en energía, además de eliminar toxinas de la sangre. Por ello, cualquier problema relacionado con este órgano puede tener repercusiones serias en nuestra salud.
La enfermedad hepática grasa, como su nombre indica, se presenta cuando hay un exceso de grasa en el hígado. Esta condición, a menudo, es resultado de factores como el sobrepeso y la falta de actividad física. Aunque en sus primeras etapas puede no manifestar síntomas evidentes, si no se trata adecuadamente, puede avanzar y dañar gravemente el hígado, mostrando signos claros de su deterioro.
Uno de los estados más avanzados y graves de esta enfermedad es la cirrosis, que es la cicatrización del hígado a raíz de años de daño continuo. La cirrosis puede ser fatal si el hígado falla, y aunque puede tomar años llegar a esta etapa, es crucial detectarla y tratarla a tiempo.
Sorprendentemente, uno de los síntomas de la cirrosis puede manifestarse durante una actividad tan cotidiana como cepillarse los dientes. Según el NHS, si al hacerlo notas que tus encías sangran de forma relativamente abundante o poco habitual, podría ser una señal de alerta. Este sangrado excesivo se debe a que un hígado dañado podría reducir o detener la producción de proteínas necesarias para la coagulación de la sangre.
Otros síntomas a tener en cuenta incluyen: fatiga, pérdida de apetito, pérdida de peso, náuseas, dolor alrededor del área hepática, ictericia (coloración amarillenta de la piel y ojos), pérdida de cabello, fiebre, hinchazón en piernas y abdomen, entre otros.
Si experimentas alguno de estos síntomas, es fundamental acudir al médico. Para reducir el riesgo de enfermedad hepática grasa, además se sugiere perder peso si se tiene sobrepeso, hacer ejercicio regularmente, llevar una dieta equilibrada y dejar de fumar.