La invitación vía correo electrónico para los dos mil asistentes a la coronación del Rey Carlos III el 6 de mayo próximo en la Abadía de Westminster era clara y precisa. Indica que el lunes 3 de abril es el plazo fatal para confirmar la asistencia al evento.
Un portavoz del príncipe Harry y Meghan Markle confirmó que les había llegado la invitación, pero nunca dijo si los duques de Sussex asistirían o no. Y desde ese día, las especulaciones han llovido por doquier. Se habló de múltiples condiciones de la pareja que vive en California, desde la conversación de Harry con su padre y su hermano, hasta que anunciaran el cumpleaños de su hijo Archie. Lo cierto es que Harry estuvo en Londres y Carlos III estaba muy ocupado para recibirlo. Y William, de vacaciones.
Mucho se ha especulado también sobre los pro y los contra de que los Sussex vayan a la Abadía de Westminster, un lugar que el príncipe Harry odia porque es donde realizaron el funeral de su madre, la princesa Diana de Gales.

Los comentaristas reales hablan de que los socios comerciales de los duques de Sussex, Netflix, Spotify y la editora Penguin Random House, quieren que estén presentes porque siguen siendo valiosos mientras haya vínculos con la familia real y sean capaces de generar contenido sobre eso.
Por otro lado, desde Londres ya les enviaron el mensaje de que la recepción será fría como un témpano y que nadie querrá sentarse cerca de ellos para el servicio religioso. Además, temen que lo que puedan hablar con los Sussex termine siendo el capítulo de un nuevo libro o que aparezcan en un documental de Netflix.
La decisión no es fácil y a los Sussex se les acaba el tiempo para dar la respuesta definitiva.