Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, es una figura emblemática de la televisión mexicana. Su creatividad lo posicionó como uno de los productores y guionistas más destacados de su tiempo. Aunque muchos lo recuerdan con cariño por su programa “El Chavo del 8″, Chespirito ya había dejado huella en la televisión con programas como “Chespirito”, “Los supergenios de la mesa cuadrada” y “El Chapulín Colorado”.
A pesar de su aparente carácter amable y humorístico en pantalla, detrás de cámaras, Chespirito era conocido por ser un líder estricto y exigente. Moisés Suárez, quien trabajó junto a él y más tarde participó en la serie “Vecinos”, compartió en una entrevista algunas de las reglas inquebrantables que Chespirito establecía para su elenco.
Una de las principales normas era el compromiso con los guiones. Chespirito entregaba los scripts con suficiente antelación y esperaba que todos los actores los memorizaran a la perfección. Además, siempre estaba dispuesto a proponer innovaciones a sus personajes, buscando siempre la mejora continua del programa. La puntualidad también era esencial; llegar tarde a una grabación podría resultar en ser reemplazado por otro actor. Por último, el ritmo de trabajo era intenso: grababan programas durante dos semanas consecutivas y luego descansaban otras dos.
Antes de su éxito en la pantalla chica, Chespirito ya era un guionista renombrado en la televisión mexicana, escribiendo diálogos para diversos comediantes. Sin embargo, fue en 1971 cuando comenzó su travesía televisiva, y para 1972, sus programas ya eran un rotundo éxito.
La disciplina y dedicación de Chespirito en el set son un testimonio de su pasión y compromiso con su trabajo. Aunque estas reglas pudieron parecer estrictas, sin duda, contribuyeron al éxito y longevidad de sus programas, que aún hoy son recordados con cariño por generaciones de espectadores.