Desde que se supo que los dineros presupuestados para la Familia Real británica estaban completamente disparados, la presión para que el Rey Carlos III (74) predicara con el ejemplo aumentó a tal punto que el dignatario tuvo que adoptar medidas.
El monarca instruyó al personal del Palacio de Buckingham para que bajara el consumo de combustible, aunque la disminución de la temperatura ambiente fuera perceptible. El propósito de la determinación real es contribuir a un sistema medioambiental más sostenible, y obviamente para bajar los altos costos que significa mantener la mansión habitable.
La temperatura habitual en el castillo durante el invierno es de 19 grados Celcius en las habitaciones que están ocupadas. Las que están vacías tienen 16 grados C. Durante el fin de semana, Carlos III ha ordenado que los radiadores se apaguen por completo. Y lo que quedó totalmente sin conexión a las calderas hasta que llegue el invierno fue la piscina.
El esquema de ahorro del Rey Carlos III será aplicado en todos los palacios reales, incluido Windsor, donde reside junto a la reina Camila en las dependencias de Clarence House. El castillo, con casi un millar de habitaciones y casi 10 siglos de antigüedad, es muy complejo de calentar por las diversas áreas que contempla su construcción.
El manejo presupuestario de Carlos III se da en el contexto de la entrega de las cuentas públicas reales, que arrojaron que la Casa Real gastó más de 3 millones de dólares en electricidad y gas en 2022, casi el doble de lo que había hecho en 2021.