Celebridades

Fotógrafo real reveló cuál era la parte del cuerpo de Isabel II que no le gustaba a la reina

John Rankin retrató a la monarca para su Jubileo de Oro en 2002

Durante sus 96 años y siete décadas frente al trono británico, la Reina Isabel II se convirtió en una de las mujeres más fotografiadas del mundo; sin embargo, en una ocasión, la monarca manifestó que una parte de su cuerpo no le gustaba que fuera exhibida en las imágenes.

El fotógrafo británico John Rankin, quien realizó una sesión a la fallecida monarca para el jubileo de Oro en 2002, comentó en un reciente episodio del podcast Tea with Twiggy que antes de retratarla le propuso a la reina que posara con una espada, opción que la madre de Carlos III (74) rechazó argumentando que no le gustaban sus manos.

Sin duda alguna fue una respuesta que el fotógrafo no se esperaba, pues de acuerdo a sus declaraciones en el podcast, en el preciso momento que vio entrar a la reina al salón donde realizaría las fotografías, sintió un gran empoderamiento en ella.

"Ella entró y esa ola de empoderamiento te inundaba. Nunca había sentido esa aura hasta ese día. Probablemente se supone que no debo decir eso, pero lo que me encantó de ella es que era tan inteligente y todo en respuesta a lo que decía tenía un giro increíble. Fue muy, muy brillante", recordó Rankin sobre los pocos minutos que compartió con Isabel II.

Tiempo después de las instantáneas, el Palacio de Buckingham se puso en contacto con él para comunicarle que sus imágenes se convirtieron en una de las fotos favoritas de la reina con motivo de sus 50 años en el trono. La imagen que realizó Rankin mostraba a la reina con los labios pintados de rosa delante de la bandera del Reino Unido pero sonriendo, por lo que él cree que fue justamente la sonrisa de la reina lo que realmente gustó.

Era habitual que la Isabel II asistiera a eventos públicos usando guantes; no obstante, justo dos días antes de su muerte los seguidores de la reina notaron un detalle muy curioso en su última fotografía, donde se encuentra saludando a su entonces primera ministra Lizz Truss en Balmoral, pues en el retrato, la monarca apareció con sus manos desnudas y amoratadas, lo que daba señal que su salud no estaba nada bien. 

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